Los 7 terrenos bionutricionales
Descubre el poder transformador de la nutrición celular activa, un enfoque revolucionario que se fundamenta en la inteligencia innata de cada célula de tu cuerpo. Imagina que tu organismo es un sistema inteligente que, al igual que un sutil oráculo, te indica exactamente lo que necesita para alcanzar el máximo bienestar.
Inspirado en las enseñanzas de Claude Lagarde, discípulo del Dr. Jean Seignalet, este método identifica siete terrenos vitales – cada uno representando un desequilibrio específico en la salud celular para ofrecerte una solución totalmente personalizada.

Terreno Carenciado
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Imagina que tus células hablan un lenguaje propio y te están pidiendo a gritos aquello que les falta para funcionar al 100 %: eso es el terreno carenciado. En este caso, tu organismo carece de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs), las “grasas buenas” que son esenciales y que tu cuerpo no puede generar por sí mismo.
Estos ácidos grasos son la base estructural de todas las membranas celulares, por lo que su ausencia se nota en cada rincón de tu salud:
- Comunicación nerviosa afectada: La falta de PUFA ralentiza el tránsito de impulsos en el cerebro, traduciéndose en despistes, dificultades para concentrarte y memorizar.
- Piel desequilibrada: Sin su aporte, la barrera cutánea pierde elasticidad y suavidad, abriendo paso a acné, picores y descamaciones.
- Hormonas en desajuste: La síntesis hormonal depende de estos lípidos; su carencia puede alterar el ciclo menstrual, disparar el estrés y agudizar alergias o molestias ORL.
- Defensas debilitadas: Al intervenir en la regulación inflamatoria e inmunológica, un déficit se traduce en resfriados más frecuentes y una recuperación más lenta.
¿Por qué ocurre?
Principalmente por un consumo escaso de aceites vegetales vírgenes prensados en frío (semillas de lino, chía, nuez) y pescado azul, fuentes naturales de omega-3 y omega-6; mientras tanto, predomina en tu dieta el exceso de grasas animales procesadas, hidrogenadas y ultracongeladas.
Reequilibrar este “terreno” es tan sencillo como incorporar diariamente estos alimentos de alta calidad, junto a suplementos específicos si fuera necesario. Así, restaurarás la salud de tus membranas celulares, potenciarás tu enfoque mental, embellecerás tu piel y reforzarás tus defensas.
Dale a tus células lo que necesitan: reconoce tu terreno carenciado y comienza hoy mismo a nutrir tu bienestar desde la base

Terreno Hipoglucémico
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Imagina que tus células dependen de un “combustible” constante y equilibrado para rendir al máximo: eso es el terreno H. Aquí, tu organismo sufre altibajos de glucosa que pasan factura a tu energía y bienestar.
Picos de azúcar y caída abrupta: Al ingerir azúcares rápidos (refrescos, bollería, snacks envasados), tu glucosa sanguínea se dispara (hiperglucemia). El páncreas reacciona liberando mucha insulina para corregirlo, pero el exceso de insulina te deja en hipoglucemia reactiva, el famoso “bajón” o “colapso energético”.
Circuito vicioso de antojos: Estas caídas te provocan mareos, hambre y un deseo casi obsesivo de comer azúcar otra vez, perpetuando el desequilibrio.
Efectos en tu cuerpo y mente: Fatiga crónica, dolores de cabeza, temblores, nerviosismo, estrés, trastornos del sueño e incluso alteraciones metabólicas como sobrepeso o predisposición a la diabetes.
¿Por qué sucede?
Porque un patrón de picoteo de carbohidratos de digestión rápida y comidas pobres en fibra y azúcares complejos no solo genera subidas bruscas de glucosa, sino que no proporciona esa liberación lenta y estable que tus células necesitan para funcionar sin “subidones” ni “bajones”.
Reequilibra tu terreno H con cambios simples:
Prioriza carbohidratos complejos: Avena, arroz integral, legumbres y verduras con fibra retrasan la absorción de glucosa.
Comidas regulares y completas: No dejes pasar más de 3–4 horas sin ingerir alimentos equilibrados en proteínas, grasas saludables y fibra.
Reduce azúcares libres y ultraprocesados: Sustituye refrescos y bollería por frutas enteras, frutos secos y semillas.
Mantén la hidratación y el descanso adecuados: El agua y un buen patrón de sueño ayudan a regular la insulina y el apetito.
Recupera tu energía constante y di adiós a los bajones de azúcar. Atiende tu terreno H y comienza hoy mismo a estabilizar tu glucosa para ofrecer a tus células el combustible óptimo que merecen.

Terreno Ácido
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Imagina que tus células dependen de un “combustible” constante y equilibrado para rendir al máximo: eso es el terreno H. Aquí, tu organismo sufre altibajos de glucosa que pasan factura a tu energía y bienestar.
Picos de azúcar y caída abrupta: Al ingerir azúcares rápidos (refrescos, bollería, snacks envasados), tu glucosa sanguínea se dispara (hiperglucemia). El páncreas reacciona liberando mucha insulina para corregirlo, pero el exceso de insulina te deja en hipoglucemia reactiva, el famoso “bajón” o “colapso energético”.
Circuito vicioso de antojos: Estas caídas te provocan mareos, hambre y un deseo casi obsesivo de comer azúcar otra vez, perpetuando el desequilibrio.
Efectos en tu cuerpo y mente: Fatiga crónica, dolores de cabeza, temblores, nerviosismo, estrés, trastornos del sueño e incluso alteraciones metabólicas como sobrepeso o predisposición a la diabetes.
¿Por qué sucede?
Porque un patrón de picoteo de carbohidratos de digestión rápida y comidas pobres en fibra y azúcares complejos no solo genera subidas bruscas de glucosa, sino que no proporciona esa liberación lenta y estable que tus células necesitan para funcionar sin “subidones” ni “bajones”.
Reequilibra tu terreno H con cambios simples:
Prioriza carbohidratos complejos: Avena, arroz integral, legumbres y verduras con fibra retrasan la absorción de glucosa.
Comidas regulares y completas: No dejes pasar más de 3–4 horas sin ingerir alimentos equilibrados en proteínas, grasas saludables y fibra.
Reduce azúcares libres y ultraprocesados: Sustituye refrescos y bollería por frutas enteras, frutos secos y semillas.
Mantén la hidratación y el descanso adecuados: El agua y un buen patrón de sueño ayudan a regular la insulina y el apetito.
Recupera tu energía constante y di adiós a los bajones de azúcar. Atiende tu terreno H y comienza hoy mismo a estabilizar tu glucosa para ofrecer a tus células el combustible óptimo que merecen.

Terreno Neurodistónico
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Imagina que cada emoción fuerte y cada situación estresante deja huella en tu cuerpo, como olas persistentes que erosionan tu equilibrio interno: eso es el terreno N. Aquí, el estrés crónico desajusta la producción de neurotransmisores —esos mensajeros químicos que regulan tu ánimo, tu reacción al entorno y tu capacidad para relajarte—, y acaba por someterte a un estado de alerta permanente.
¿Qué ocurre en tu organismo?
Exposición continuada al estrés (trabajo exigente, conflictos personales, lesiones o enfermedades) dispara la demanda de neurotransmisores.
Carencias nutricionales: faltan aminoácidos esenciales (como triptófano y tirosina) para fabricar serotonina, dopamina o GABA.
Comunicación neuronal alterada: sin suficientes ácidos grasos poliinsaturados, las membranas de tus neuronas pierden flexibilidad, y los mensajes no se transmiten con eficacia.
Receptores debilitados: incluso cuando el neurotransmisor está presente, tus células nerviosas no lo captan bien, perpetuando la tensión interna.
Señales de alerta:
Insomnio y sueño poco reparador
Cansancio constante, sensación de agotamiento al despertar
Estados de ánimo bajos o depresivos
Nerviosismo, ansiedad y reactividad emocional excesiva
Palpitaciones o tensión cardíaca sin causa aparente
Malestares digestivos vinculados al “nudo” del estrés
Cómo reconducir tu terreno N:
Aporta los bloques fundamentales: incluye en tu dieta alimentos ricos en aminoácidos precursores (pavo, huevo, legumbres) y grasas esenciales (semillas de lino, pescado azul).
Refuerza la comunicación cerebral: cuida la calidad de tus aceites (vírgenes, prensados en frío) para nutrir las membranas neuronales.
Gestiona el estrés de raíz: prácticas como la meditación, el yoga o la respiración consciente reducen la sobrecarga crónica y facilitan la síntesis de neurotransmisores.
Apoyo micronutricional: suplementos específicos de vitaminas del grupo B, magnesio y zinc pueden acelerar tu recuperación emocional y mental.
Recupera la armonía interna reconociendo tu terreno N: equilibra tus neurotransmisores, fortalece tu resistencia al estrés y redescubre la calma y la claridad mental que tu cuerpo y tu mente merecen.

Terreno Basolítico
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Imagina que tu intestino es un sorprendente ecosistema en equilibrio constante: esa armonía es tu terreno B. Cuando este equilibrio se rompe, tu mucosa intestinal, tu microbiota y el sistema inmune asociado dejan de funcionar como un equipo y surge el malestar.
¿Qué sucede en tu interior?
La microbiota, ese conjunto de “bacterias buenas”, pierde diversidad y fuerza para frenar a los patógenos.
La mucosa intestinal se debilita, comprometiendo la barrera que evita fugas y filtraciones dañinas.
El sistema inmunitario vinculado al intestino deja de activarse correctamente, bajando tus defensas generales.
¿Por qué ocurre?
Dieta pobre en fibra y rica en azúcares refinados, que “alimentan” a las bacterias perjudiciales.
Estrés continuo, que altera la comunicación entre el cerebro y el intestino.
Sedentarismo, que ralentiza el tránsito y favorece la proliferación de microorganismos indeseados.
Uso repetido de antibióticos, que arrasa con la flora benéfica sin distinguir enemigos.
Señales de alerta:
Malestares digestivos: dolor, gases e hinchazón después de comer.
Aumento de alergias y problemas ORL: tu cuerpo reacciona de más a sustancias que antes toleraba.
Infecciones frecuentes o recuperación lenta: tus defensas están despistadas.
Inflamación persistente: esa sensación de “barriga dura” y malestar general.
Cómo restaurar tu terreno B:
Alimenta tu microbiota: incluye alimentos fermentados (kéfir, chucrut, kombucha) y prebióticos naturales (plátano verde, ajo, cebolla).
Aumenta la fibra: frutas, verduras, legumbres y cereales integrales mantienen el movimiento intestinal y nutren a las bacterias buenas.
Cuida tu estilo de vida: gestiona el estrés con respiración consciente, haz ejercicio regular y prioriza el descanso.
Reequilibra con probióticos: si es necesario, complementa con cepas específicas para tu caso tras evaluar tu perfil bionutricional.
Recupera el bienestar desde tu raíz: fortalece tu ecosistema intestinal, refuerza tus defensas y dile adiós a los malestares digestivos. ¡Pon tu terreno B en equilibrio y déjate sorprender por la energía y la salud que nace de un intestino feliz!

Terreno Intoxicado
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Imagina que tu cuerpo es un filtro constante, día tras día expuesto a multitud de agresores invisibles: químicos, metales pesados y contaminantes diversos. Cuando ese sistema depurador se ve desbordado, nace el terreno I, un estado donde las toxinas se acumulan y tu bienestar se resiente.
¿Qué sucede en tu organismo?
Sobrecarga de tóxicos: inhalas contaminación del aire, ingieres pesticidas y aditivos en los alimentos, y acumulas restos de metales pesados y fármacos.
Desbordamiento de los filtros internos: hígado, riñones e intestino, encargados de neutralizar y eliminar estas sustancias, pierden eficacia al estar saturados.
Acumulación nociva: las toxinas no procesadas se quedan “atoradas” en tus tejidos, interfiriendo en tu equilibrio hormonal, nervioso y digestivo.
Señales de que tu terreno I está desequilibrado:
Fatiga mental y falta de concentración: sensación de “mente nublada” y cansancio nervioso.
Desequilibrios hormonales: irregularidades en el ciclo menstrual, baja libido, problemas de fertilidad o pubertad adelantada.
Síntomas de hígado sobrecargado: digestiones pesadas, náuseas, pesadez abdominal y tez apagada o pálida.
Cómo desintoxicar y restaurar tu terreno I:
Refuerza tu drenaje natural: aumenta el consumo de agua pura y tisanas depurativas (diente de león, cardo mariano o ortiga).
Activa tu higado: incluye crucíferas (brócoli, coliflor), ajo y cúrcuma para potenciar las enzimas limpiadoras.
Apoya tus riñones e intestinos: come frutas ricas en potasio (plátano, aguacate) y fibra soluble (avena, chía) para favorecer la eliminación.
Reduce la carga tóxica externa: elige alimentos ecológicos, evita plásticos en cocina y limita el consumo de productos ultraprocesados.
Suplementa con cuidado: si tu perfil bionutricional lo indica, añade carbón activado, clorella o quelantes de metales pesados bajo supervisión.
Tu terreno I puede volver a brillar tan solo con pequeños cambios diarios. Libera tu cuerpo de las toxinas acumuladas y recupera la claridad mental, el equilibrio hormonal y la ligereza interior que mereces. ¡Pon tu sistema depurativo en marcha hoy mismo y siente la diferencia!

Terreno Oxidado
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Imagina que dentro de cada célula de tu cuerpo se libra una batalla silenciosa: por un lado, la producción natural de energía; por otro, las moléculas “inestables” llamadas radicales libres, queriendo recuperar su equilibrio y atacándolo todo a su paso. Cuando estos guerreros indeseados se multiplican, hablamos del terreno O.
¿Qué sucede en tu organismo?
Durante la respiración celular, el oxígeno genera radicales libres que, al ser inestables, reaccionan dañando tu ADN, tus proteínas y las membranas celulares.
Sin un sistema antioxidante fuerte, estas agresiones se acumulan, comprometiendo la integridad y la función de tus células.
¿Por qué aparece el terreno O?
Factores ambientales: exposición a radiaciones (pantallas, sol, rayos X), contaminantes del aire, humo de tabaco o metales pesados que disparan la fabricación de radicales libres.
Defensas débiles: una dieta pobre en antioxidantes vegetales (frutas, verduras de colores intensos, té verde) no aporta las “moléculas pacificadoras” que neutralizan el caos oxidativo.
Señales de que tu terreno O está desequilibrado:
Envejecimiento prematuro: arrugas, manchas y pérdida de firmeza en la piel.
Problemas cardiovasculares: arterias menos flexibles y mayor riesgo de inflamación crónica.
Dolores articulares y artrosis: el desgaste oxidativo favorece la inflamación de las articulaciones.
Riesgo neurodegenerativo: defensas cerebrales bajas pueden acelerar trastornos como la DMAE o el Alzheimer.
Cómo recuperar tu defensa antioxidante:
Carga tu plato de color: bayas, uvas rojas, verduras de hoja oscura y cítricos están repletos de flavonoides y vitamina C.
Añade superalimentos: cacao puro, té verde matcha y especias como la cúrcuma o el jengibre potencian tu arsenal antioxidante.
Nutre tu interior: considera un suplemento de polifenoles o coenzima Q10 si tu perfil bionutricional lo recomienda.
Protege tu entorno: minimiza el contacto con tóxicos (humo, plásticos, contaminantes domésticos) para reducir la carga oxidativa ambiental.
No dejes que los radicales libres escriban tu historia: fortalece hoy tus defensas antioxidantes y detén el desgaste celular. Reconoce tu terreno O y regálale a tu cuerpo la juventud y la vitalidad que merece.
El perfil bionutricional personalizado
EL CUESTIONARIO BIONUTRICIONAL PERSONALIZADO
Descubre tu terreno bionutricional
Conocer tu “terreno bionutricional” significa identificar esos hábitos, carencias y excesos que desequilibran tu organismo y afectan tu salud. Al entender cómo influyen tu estilo de vida y tu alimentación, podrás intervenir de forma natural y a medida, previniendo o frenando el avance de enfermedades crónicas y apoyando cualquier tratamiento que sigas.
¿Qué entendemos por salud?
La Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de enfermedad. Nuestro enfoque va más allá: buscamos potenciar ese bienestar global reconociendo y armonizando el terreno único de cada persona.
¿En qué consiste el Perfil Bionutricional Personalizado (PBP)?
El PBP es una herramienta empírica, ágil y probada en más de 10 000 pacientes, que te permite:
Evaluar tu estilo de vida: hábitos, entorno y factores estresantes.
Detectar síntomas funcionales: molestias digestivas, sueño, energía, etc.
Revelar tu punto débil: el terreno bionutricional más alterado en tu organismo.
A través de un cuestionario médico individualizado, el PBP dibuja un mapa preciso de tus desequilibrios metabólicos y nutricionales, mostrando con claridad aquello de lo que quizá no eras consciente.
Ventajas del PBP
Visión global y personalizada: obtén un diagnóstico biológico de tu estado de salud en ese momento.
Monitorización en el tiempo: tu perfil puede evolucionar con cambios en la dieta, el entorno o tu rutina, y el PBP permite seguir esa evolución.
Prevención y acompañamiento: actúa de forma proactiva para retardar o evitar patologías crónicas, y complementa tratamientos médicos convencionales.
Restaurando tu equilibrio con Nutrición Celular Activa®
La Nutrición Celular Activa® (NCA®) tiene un propósito claro: corregir el terreno bionutricional identificado. A partir de tu perfil, el terapeuta:
Analiza tu situación y prioridades.
Diseña un plan de micronutrición, suplementación y hábitos saludables.
Acompaña tu proceso para restaurar el equilibrio celular y potenciar tu vitalidad.
Empodérate para tomar las riendas de tu salud y disfruta de un bienestar duradero, adaptado a tu biología y tu estilo de vida. ¡Comienza hoy mismo tu evaluación bionutricional!
Beneficios de la Nutrición Celular
Mayor Energía y Vitalidad
La Nutrición Celular Activa nutre tus células con los micronutrientes esenciales, ayudando a combatir la fatiga y aumentando tus niveles de energía para afrontar el día con fuerza y entusiasmo.
Regeneración Celular y Bienestar Integral
Este enfoque estimula la renovación celular, mejorando no solo tu salud interna, sino también la apariencia de tu piel, cabello y uñas, logrando un bienestar integral y visible.
Fortalecimiento del Sistema Inmunológico
Al equilibrar los terrenos bionutricionales, refuerza tus defensas naturales, ayudando a prevenir enfermedades y fortaleciendo tu resistencia física frente a agentes externos.
Qué opinan nuestros clientes